No sólo de pan vive el hombre. Yo, si tuviera hambre y estuviera
desvalido en la calle no pediría un pan, sino que pediría medio pan y un
libro. Y yo ataco desde aquí violentamente a los que solamente hablan
de reivindicaciones económicas sin nombrar jamás las reivindicaciones
culturales que es lo que los pueblos piden a gritos. Bien está que todos
los hombres coman, pero que todos los hombres sepan. Que gocen todos
los frutos del espíritu humano porque lo contrario es convertirlos en
máquinas al servicio del Estado, es convertirlos en esclavos de una
terrible organización social…
Cuando el insigne escritor ruso Fedor Dostoievski, padre de la
revolución rusa mucho más que Lenin, estaba prisionero en la Siberia
alejado del mundo, entre cuatro paredes y cercado por desoladas llanuras
de nieve infinita, y pedía socorro en carta a su lejana familia, sólo
decía: “¡Enviadme libros, libros, muchos libros para que mi alma no
muera!”. Tenía frío y no pedía fuego, tenía terrible sed y no pedía
agua: pedía libros, es decir, horizontes, es decir, escaleras para subir
la cumbre del espíritu y del corazón. Porque la agonía física,
biológica, natural, de un cuerpo por hambre, sed o frío, dura poco, muy
poco, pero la agonía del alma insatisfecha dura toda la vida.
Fuente: Federico García Lorca, locución al inaugurar la biblioteca
de su pueblo de Fuente Vaqueros en Granada, España, el 31 de septiembre
de 1931.
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